El numero E14 parpadea impaciente, apurándome a ir a la ventanilla 8. El hombre detrás del cristal, se encuentra en profunda hipnosis ante una pantalla azul, no responde a mi saludo, ni parece notar mi llegada. Es más, creo que está muerto y nadie se ha atrevido a decírselo. Al cabo de algunos respiros — míos, por supuesto — él pronuncia un sí de ultratumba. No me dirige la vista. Suelto mis más selectas palabras, modulo la voz para no despertarlo de golpe, mientras él inicia una lenta y dolorosa mueca. Presiento que mi trámite será muy largo
Por sexta vez soy inmigrante. De nuevo, me ha tocado pasar a través de los filtros de un país que aunque se declara abierto a la inmigración, en la práctica, a duras penas deja ver sus buenas intenciones. En casi dos meses que llevo en Italia, he dedicado largas horas y días a intentar comprender…
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